Plegaria Eucarística D
El pueblo permanece de pie. El Celebrante, sea obispo o sacerdote, de cara al pueblo, canta o dice:
El Señor sea con ustedes.
PuebloY con tu espíritu.
CelebranteElevemos los corazones.
PuebloLos elevamos al Señor.
CelebranteDemos gracias a Dios nuestro Señor.
PuebloEs justo darle gracias y alabanza.
El Celebrante continúa:
En verdad, oh Padre, es justo glorificarte y darte gracias; porque sólo tú eres Dios, vivo y verdadero, morando en luz inaccesible desde siempre y para siempre.
Fuente de vida y toda bondad, hiciste todas las cosas y las colmaste de tu bendición; tú las creaste para que se regocijen en el esplendor de tu gloria.
Innumerables ángeles están delante de ti para servirte noche y día; y contemplando la gloria de tu presencia, te ofrecen alabanza sin cesar. Y con ellos, también nosotros, y por nuestra voz las demás criaturas bajo el cielo, te aclamamos y glorificamos tu Nombre, cantando (diciendo):
Celebrante y Pueblo:
Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
El pueblo permanece de pie o se arrodilla.
El Celebrante continúa:
Te aclamamos, santo Señor, glorioso en poder. Tus grandes obras revelan tu sabiduría y amor. Nos formaste a tu propia Imagen, encomendándonos el mundo entero, para que, en obediencia a ti, nuestro Creador, pudiéramos regir y servir a todas tus criaturas. Cuando por desobediencia nos alejamos de ti, no nos abandonaste al poder de la muerte. En tu misericordia, viniste en nuestra ayuda, para que buscándote, te encontráramos. Una y otra vez nos has llamado al pacto contigo, y por los profetas nos enseñaste la esperanza de salvación.
Tanto amaste al mundo, Padre, que en la plenitud del tiempo nos enviaste como Salvador a tu único Hijo. Encarnado por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, vivió como uno de nosotros, empero sin pecado. A los pobres proclamó las buenas nuevas de salvación; a los prisioneros, libertad; a los afligidos, gozo. Para cumplir tus designios, se entreg ó a la muerte y, resucitando de la tumba, destruyó la muerte e hizo nueva la creación entera.
Y a fin de que no viviésemos más para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó, envió al Espíritu Santo como su primicia a los que creen, para completar su obra en el mundo y llevar a plenitud la santificación de todos.
Al decir las palabras relativas al pan, el Celebrante lo toma en sus manos o impone una mano sobre él; y al decir las palabras relativas al cáliz, lo toma en sus manos o impone una mano sobre él y sobre cualquier otro recipiente con vino que hubiere de consagrarse.
Llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, su Padre celestial, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el final; y mie ntras cenaba con ellos, tomó pan, y dándote gracias, lo partió y se lo dio a sus discípulos, y dijo: “Tomen y coman. Este es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto como memorial mío.”
Después de la cena tomó el cáliz; y dándote gracias, se lo entregó, y dijo: “Beban todos de él. Esta es mi Sangre del nuevo Pacto, sangre derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Siempre que lo beban, háganlo como memorial mío.”
Padre, celebramos ahora este memorial de nuestra redención. Recordando la muerte de Cristo y su descenso entre los muertos, proclamando su resurrección y ascensión a tu derecha, esperando su venida en gloria; y ofreciéndote, de las dádivas que tú nos has dado, este pan y este cáliz, te alabamos y te bendecimos.
Celebrante y Pueblo:
Te alabamos, te bendecimos, te damos gracias, y oramos a ti, Señor nuestro Dios.
El Celebrante continúa:
Señor, te rogamos que en tu bondad y misericordia, tu Espíritu Santo descienda sobre nosotros y sobre estos dones, santificándolos y mostrando que son dones santos para tu pueblo santo, el pan de vida y el cáliz de salvación, el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo Jesucristo.
Concede que todos los que compartan este pan y este cáliz sean un solo cuerpo y un solo espíritu, un sacrificio vivo en Cristo, para alabanza de tu Nombre.
Recuerda, Señor, a tu Iglesia, una, santa, católica y apostólica, redimida por la sangre de tu Cristo. Manifiesta su unidad, guarda su fe y presérvala en paz.
[Recuerda a (NN. y) todos los que ministran en tu Iglesia.] [Recuerda a todo tu pueblo y a aquéllos que buscan tu verdad.] [Recuerda a ______.] [Recuerda a todos los que han muerto en la paz de Cristo y a aquéllos cuya fe sólo tu conoces; llévalos al lugar de eterno gozo y luz.]
Y concede que alcancemos nuestra herencia con [la Bendita Virgen María, con los patriarcas, profetas, apóstoles y mártires, (con _______) y] todos los santos que han encontrado favor contigo en tiempos pasados. Junto con ellos te alabamos y te damos gloria, por tu Hijo Jesucristo nuestro Señor.
Por Cristo, y con Cristo y en Cristo, tuyos son el honor y la gloria, omnipotente Dios y Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. AMEN.